Empecemos por decir que los límites son una pieza fundamental para el autorrespeto y el autocuidado, ponemos nuestras necesidades en primer lugar así, un límite nos ayuda a conocer hasta donde podemos llegar y prepararnos para aquello que vemos venir a la distancia.
En obviedad si no hay límites no hay relaciones sanas y la comunicación intersocial puede no ser honesta ya que aquello que sentimos, hacemos o décimos no tendrá esos límites que crean seguridad física y emocional porque no sabemos cuándo decir sí o no.
¿Cuales son los valores tabasqueños que ayudan a respetar, querer, cuidar al prójimo, al vecino y no decepcionar a otras personas? Es obvio que no podemos agradar a todo el mundo cuando algo no nos parece o no nos gusta, eso es defender el amor propio, entonces, ¿tenemos valores o nos dejamos llevar por actos egoístas?
El tabasqueño no tiene límites territoriales y eso lo hace no medir consecuencias, adelantarse a los hechos o al mal tiempo. Por historia, Tabasco ha estado sumergido en el agua, desde que era Mérida la capitanía aquí era tierra de castigo, tierra rica de imponente intercambio comercial pero todo esa riqueza pasaba, se embarcaba, nada quedaba aquí, no había beneficio alguno para la pantanosa tierra y sobre todo, el asomarse a la distancia y no encontrar nada, la mirada no tiene límites, se pierde entre los fantasmas verdes del horizonte.
El Tabasqueño no sabe establecer límites, no sabe decir «no» y todo lo resuelve a golpes (dar piña), el moretón antes de la razón, es una tarea difícil cuando la sangre hierve como el asfalto apenas lo toca el sol de la mañana.
El calor que nos cobija es traicioneto, hace que las mujeres descubran su carne y nos mueve el instinto, el placer sobre el flirteo, ese mismo sol nos hace vestir igual de enero a enero, no usamos ropa de lluvia ni de frío, no sabemos, como el en Norte, de heladas, de secas, no sabemos como enfrentarnos al mal tiempo, bueno, todo el año es mal tiempo, no necesitamos corbatas, ropa elegante, un par de calzado basta y hasta podemos ir al super o a la iglesia en shorts y clanchas.
No le tenemos miedo al conflicto y tampoco nos sentimos culpables, si alguien le roban en la calle, si se pelean, los demás miran y siguen de largo, como las iguanas no nos hacemos responsables de las necesidades de los demás y de las cosas que no nos pertenecen, ningún tabasqueño carga “piedras que no son suyas».
Establecemos límites y educamos a nuestros hijos de manera agresiva, amamos mentando madres, el pilar de la educación no es un libro, sino un machete,
El fútbol no se da en los pantanos y creemos en el béisbol pero él no cree en nosotros porque observa de forma consciente nuestras emociones y nuestros pensamientos
Debatimos, defendemos, justificamos demasiado, no controlamos nuestras emociones, toda situacion se da en términos extremos, o todo es bueno o todo es malo, no tememos miedo al ser abandono ni a la soledad, el mirara hacia el horizonte y no ver nada nos hace ver y compartir el vacío, aburrimiento, la ira inapropiada, somos tan impulsivos y cambiantes como la espuma de la cerveza, como los puntos de vista sobre otras personas.
No odiamos el calor, nos odiamos a nosotros mismos porque estamos hechos de sol…
Por: Edmundo Juárez