Hay una opinión generalizada al respecto de que, en estos temas, los ciudadanos no debemos meternos, que cada quién sea responsable de sus actos, que cada familia cuide a los suyos, que si no nos metemos en problemas la violencia no nos llegará. Mientras escribo estas líneas, a cinco familias jaliscienses les duele la vida, respiran zozobra mientras se aferran a una esperanza que la razón, la evidencia y las horas desdibujan dolorosamente.
Los jóvenes de Lagos de Moreno podrían ser nuestros hermanos, nuestros primos, nuestros hijos que una tarde de viernes se reúnen para, como es normal, salir a divertirse, pero no volvieron, no han vuelto, y lamentablemente la perspectiva es desalentadora.
En la explanada del Barrio San Miguel, hay varias canchas deportivas, es un lugar de reunión familiar, pero sobre todo de jóvenes. El pasado viernes 11 de agosto, cinco muchachos de Lagos de Moreno fueron secuestrados en esta plaza, en el lugar quedaron manchas de sangre, se presume que producto de un disparo, pero el Gobierno del Estado no se pronunció sino hasta el domingo, y solo porque el caso comenzó a escalar en las redes, para comunicar que los muchachos aún no se podían dar como desaparecidos. La noche del lunes, también en redes sociales, comenzó a circular un vídeo escalofriante y aterrador, al lado de unos cuerpos ensangrentados y sometidos, se puede observar a uno de los muchachos golpeando a su compañero en la cabeza con una piedra, acto seguido, con un machete o cuchillo que alguien a lo lejos le avienta, apuñala varias veces a su amigo.
Roberto, Uriel, Dante, Jaime y Diego eran amigos de la infancia, tenían sueños y aficiones; Roberto iniciaba este lunes el sexto semestre de Ingeniería Industrial; Diego ayudaba a su padre en el negocio familiar de herrería; Uriel era un ciclista destacado al igual que Dante; Jaime trabajaba como albañil para ganarse el sustento ¿Cómo obligaron a uno de estos chicos a acuchillar a su amigo de la infancia? ¿Cuál es el grado de descomposición social para que un ser humano obligue a otro a asesinar a sangre fría a un ser querido?
Definitivamente, en otros tiempos, el clamor sería “fue el estado”, un estado aletargado, somnoliento y sordo que se limita a repartir abrazos, con una estrategia de seguridad fallida que tiene al país en llamas y hundido en un lago de sangre, con más de 150,000 asesinatos en esta ola imparable de violencia, que lejos de detenerse sigue en constante aumento.
Un presupuesto paupérrimo y una Guardia Nacional que tardará por lo menos un sexenio más en capacitación, son muestra del desinterés en materia de seguridad que impera en este régimen.
¿Cuántos jóvenes más saldrán de sus hogares para no volver? Tenemos que hacer una profunda reflexión por nuestro futuro inmediato, no podemos ser indiferentes a nuestra responsabilidad ciudadana de exigir que las autoridades hagan su trabajo. Se me encoje el corazón cada que pienso lo que debió sentir el chico al que obligaron a asesinar a su amigo, el dolor de estas familias representa a un México herido, a un México que soñó y creyó en la esperanza de una transformación y que a cambio ahora se encuentra inmerso en un profundo lago, pero de sangre color guinda
POR: Jemima Alonzo Qué