El fenómeno de Wendy Guevara nadie lo vio venir; al menos, yo no. Hasta hace tres meses, desconocía quién era este personaje y segura, muchos más.
Leo con atención algunas publicaciones que hablan sobre ella; me dicen también que, antes del ‘reality’, ya era conocida como influencer y que forma parte de un grupo llamado “Las perdidas”.
Lo cierto es que a lo largo de estas dos semanas se ha posicionado en la agenda pública del país: en las conversaciones de los amigos, entre familias, en los chats de WhastApp, en los programas de espectáculos y, por supuesto, en las redes sociales.
Y ahí vienen las preguntas: ¿cómo un programa como LCDLF se consolidó como como el contenido en televisión abierta más visto de todo el país? ¿Por qué este ´reality’ habiendo tanta –demasiada, diría yo- oferta de contenidos tanto en el streamming como en la televisión de paga, haya superado niveles de audiencia pocas veces visto en los últimos años? ¿Por qué Wendy fue la más popular de entre todos los habitantes y hoy esté en los cuernos de la Luna?
Quisiera comenzar por el último cuestionamiento: No cabe duda que Wendy Guevara, el nombre artístico de esta joven trans, tiene algo que le gusta mucho a la sociedad: la simpatía y la humildad. A los y las mexicanas les gusta la narrativa de la persona buena, que ha tenido una vida con dificultades pero que, gracias a esos extraños caminos del destino, se convierte en la estrella, en la persona exitosa. Sí, en efecto, al muy estilo de las protagonistas de las telenovelas de los 80’s y 90’. No olvidemos que somos un país que hemos consumido ‘culebrones’ por décadas.
A los mexicanos nos gusta el chacoteo, la fiesta, el humor, la simpatía, el cero poses. Lo hemos visto en la política, en el cine y en otros sectores más: el carisma atrae a la gente.
Wendy es una persona ‘sin filtros’, sin ningún interés de quedar bien con nadie; una chica que, ciertamente, ha sufrido discriminación por ser trans. Su historia de vida provocó que mucha gente la haya ‘arropado. También somos una nación muy maternalista y eso es lo que hizo la audiencia con Wendy a lo largo de toda la temporada.
En otros años, sería inimaginable pensar que todo este escenario pudiera observarse. Por ejemplo, en la primera temporada de Big Brother, programa que también fue exitoso allá en el 2002. Para ese entonces, hablar de homosexualidad en la televisión abierta era impensable; y menos, de la transexualidad.
Hoy las cosas son diferentes. El movimiento LGBTQ+ se ha visibilizado entre la sociedad y los temas de inclusión en este tenor han tenido un avance sumamente importante.
Tenemos otro factor fundamental que es necesario añadir al éxito de LCDLF: las redes sociales. Las historias de las peripecias y comentarios de sus integrantes se veían a todas horas y en todas las redes, especialmente en el Tiktok.
La productora de LCDLF, Kirén Miret, reveló, en una entrevista al programa de pódcast “Al habla con Warketin” que muchas de las audiencias se conectaron al programa gracias a los breves clípeos que se viralizaron en esta red social. Dijo que miles de estas audiencias se desvelaban siguiendo los contenidos, compartían memes, lo acabó siendo una tendencia que duró las 10 semanas de su transmisión.
Sin embargo, el fenómeno de Wendy Guevara podría ser muy efímera y su carisma podría desaparecer en el firmamento. Ya tiene pactada una novela en Televisa y habrá que ver qué tanta fuerza e interés obtendrá de las audiencias. No es lo mismo verla actuar en un teledrama (ella tiene poca o nula experiencia en la actuación) que en un reality, que es donde mejor se desempeña y donde ha fincado su popularidad. Mientras tanto, Televisa, al final, acabará exprimiendo toda la popularidad de Guevara.
POR: Alicia Mateos