Las investigaciones de una colaboración internacional, basadas en un exhaustivo análisis de datos de 16 regiones del mundo a lo largo de 30 mil años, revelan que las grandes perturbaciones ambientales y culturales han fortalecido la capacidad de resistencia y recuperación de las sociedades humanas ante las crisis.
El estudio, publicado en la revista Nature, examina la resiliencia a lo largo del tiempo en 16 comunidades distribuidas en diversos continentes, incluyendo lugares como el Yukón (Canadá), Utah y Wyoming (Estados Unidos), Perú y el archipiélago caribeño (compuesto por aproximadamente mil pequeñas islas al sur de las Bahamas).
Desde los bosques tropicales de Brasil hasta las regiones polares más al sur de Noruega, las poblaciones del sureste de este país, así como núcleos en Sicilia (Italia), Grecia, Arabia Saudita, dos áreas en Sudáfrica, Australia, Corea y la llanura central china, son algunas de las áreas seleccionadas para el estudio.
Los investigadores, provenientes de Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Noruega, Alemania, Corea y China, se propusieron abordar dos interrogantes clave sobre la historia de estas comunidades humanas: cuánto tiempo les llevó recuperarse de las crisis y qué factores contribuyeron a su resiliencia.
Philip Riris, investigador de la Universidad de Bournemouth, destaca: «La resiliencia, definida como la capacidad de resistir y recuperarse tras una crisis, es crucial para el bienestar y la continuidad de las sociedades humanas. Aunque las investigaciones previas se han centrado en la resiliencia en el presente, hay una escasez de estudios sobre el pasado».
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Los hallazgos revelan que la frecuencia de las adversidades aumenta la capacidad de las poblaciones para afrontar y sobreponerse a perturbaciones tanto ambientales (como eventos meteorológicos extremos como sequías y olas de frío) como culturales (guerras, colonialismo o cambios sociales).
Los patrones de uso de la tierra emergen como un factor crucial en la resiliencia, observan los investigadores: las sociedades agrícolas y ganaderas pueden ser más vulnerables a las crisis relacionadas con el entorno, pero también muestran una mayor capacidad de recuperación.
Los autores sugieren que estas conclusiones encuentran paralelismos en la ecología, donde se postula que las perturbaciones naturales frecuentes fortalecen la resistencia a largo plazo de los servicios ecosistémicos clave.
Además, señalan que el crecimiento demográfico a largo plazo de la humanidad podría haberse visto respaldado, al menos en parte, por una respuesta positiva a las crisis, transitando desde períodos de vulnerabilidad hasta resistencia y recuperación.
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POR: JTG