En el instante en que Octavio Paz fue abordado por un reportero sobre cómo se sintió al recibir el Premio Nobel de Literatura de 1990, el poeta respondió: “La fama es peligrosa, y hay que luchar contra ella con ironía, es por ello que me veo obligado a seguir escribiendo”.
Con algunas excepciones, cada año desde 1901, este galardón se entrega en Noruega y Suecia a personas o instituciones que realizaron investigaciones, descubrimientos o contribuciones notables a la humanidad en los campos de física, química, medicina, literatura y paz; y en esta semana de octubre, todos hemos conocido los nombres de los ganadores de tales disciplinas en su edición 2023.
Dicha distinción fue creada por Alfred Nobel, un ingeniero sueco con gusto por la literatura y la poesía, nacido en 1833 que registró más de 300 patentes, no obstante, su fama y fortuna en vida se debieron a la invención de la dinamita, al mezclar nitroglicerina con un compuesto que hacía que el explosivo fuera más estable, creando así, una herramienta trascendente en las áreas de construcción y minería, y un moralmente cuestionable aliado para la industria armamentística.
Se cuenta que un día de septiembre de 1864, explotó una bodega a cargo de Nobel que se usaba para la preparación de nitroglicerina. En la explosión murieron 5 personas, entre las cuales estaba Emil, su hermano menor, situación que muy probablemente lo hizo reflexionar más tarde, sobre el destino de su invento, su aportación entorno a la guerra, la paz y el bienestar humano. Razón por la cual, en su testamento, decidió destinar su vasta fortuna al financiamiento de premios anuales que se entregarían sin distinción de nacionalidad, a quienes realizaran nobles aportaciones en favor de la humanidad.
En estricto sentido, las ciencias sociales, tema frecuente de esta columna, no tienen relevante intervención dentro de las disciplinas que reconoce el Premio Nobel, debido a ello, no se advierte una presea específica para el Derecho o las ciencias jurídicas, sin embargo, puede decirse que la solución de controversias, la búsqueda del bien común, la defensa de los más débiles, y la constante búsqueda de la justicia, razones por las que se conoce y vela el Derecho, están implícitas en cada premio nobel de la paz que se otorga, lo cual es motivo de orgullo y distinción en cualquier gremio legal, y en general, en cualquier sociedad.
La ironía, espíritu que Octavio Paz utilizó para seguir escribiendo, a modo de contrarrestar la fama, también envolvió a Alfred Nobel, que por causa de su destructivo invento, hizo gestar en fortuna, un galardón que busca prolongar la vida en el ámbito biológico, artístico y social.
POR: Adán Alonso