Esta semana hemos sido testigos de una vorágine de emociones que marcaron el banderazo de inicio del proceso electoral 2024.
Por un lado el FAM, con un proceso de selección de la Responsable de la Construcción del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, que involucró a la ciudadanía y redireccionó la participación de los partidos políticos, aún con algunos antibajos, fue muy superior en organización, convocatoria y confiabilidad, que las famosas encuestas de Morena, qué determinaron lo que todos sabíamos que resultaría del dedazo presidencial, Claudia Sheinbaum es la coordinadora de la defensa de la Cuarta Transformación.
Y por si alguien prometió desterrar las prácticas más rancias del viejo priismo, en el que el presidente tenía facultades omnipotentes para hacer y deshacer; armar y desarmar, poner y quitar, dicen que el eslogan de campaña de la hoy coordinadora, proviene de una frase emitida hace mucho tiempo por el propio Jefe del Ejecutivo: «ni le busquen, #EsClaudia».
La corcholata choca, gobernador de nuestro estado, ex secretario de Gobernación y ajonjolí de todos los moles, o de casi todos los moles, menos de este, fue relegado a un lejano cuarto lugar, superado hasta por el mismísimo «compañero» barbudo Noroña.
A Manuel «El Güero Verde» Velasco, se le vio muy feliz abrazando a Claudia minutos antes del resultado de la «encuesta», cumpliendo con el honroso papel verde ecologista de rigor desde hace un par de décadas, coaligarse con el que creen que va a ganar. Ya les falló en 2006.
Marcelo, ¡Ay Marcelo!, le pasó encima un tren, y no precisamente el de la línea 12. Dentro de lo que cabe, Marcelo es el menos malo de esa quinteta de suspirantes que se dedicaron a despilfarrar los presupuestos públicos en mucha contaminación visual con bardas, lonas, espectaculares, acarreos y demás peripecias y violaciones a la ley electoral, de las que fuimos testigos en el último año por lo menos.
Marcelo merece mención aparte. Nunca estuvo en el ánimo del Gran Elector a pesar de que, como dice una canción, tres veces ya había cedido el paso a los designios del jefe de las tribus izquierdosas mexicanas.
Bueno, a lugar a algunas dudas, ya que será hasta el próximo lunes que Marcelo se pronunciará al respecto del dedazo moreno, ahí podremos vislumbrar el meollo del asunto. En efecto, hirieron su diplomático corazón y da por terminada la lealtad incondicional qué hasta ahora había demostrado, seguramente podríamos ver alguna señal de inteligencia política qué sumaría a quien le puede ganar a Morena el próximo 2024. Si por el contrario, lo vemos empecinado aceptando la mezquina propuesta de dividir a la oposición y dejarle el paso por el centro a Morena y a Claudia Sheinbaum, será más que evidente que aceptó su destino de sacrificios, y como Juan Escutia se ha envuelto en la bandera de la lealtad lanzándose al precipicio. No será Presidente, pero definitivamente, seguirá siendo el popular carnal del Tlatoani de Morena, santificados sean los nombres de todos los que le siguen.
POR: Jemima Alonzo Qué