Michel Foucault nos recuerda que en el derecho romano existían dos categorías diferenciadas sobre lo anormal en el cuerpo, a saber, el deforme y el monstruo. El monstruo es el que desafía el orden natural e interpela al derecho, ya sea civil o religioso. Nacer con dos cabezas o los cuerpos pegados, tal como en los gemelos vinculados, otrora siameses, los colocaba en un vacío legal, en un oscuro espacio donde no es tan sencillo definir quién es quien.
Lo anormal es lo que sencillamente está fuera de la norma, al extremo de la curva de Gauss, pero se tiende a mirar lo que es diferente como amenazante, como algo peligroso y escalofriante, de ahí su dictamen de monstruoso. El monstruo inquieta, nos hace reír o gritar, ante él nunca se es indiferente, por ello toma la forma de la comedia en la cinta Monster Inc., pero adquiere un matiz tétrico en Frankenstein. La risa soltada al verlos o el asco producido solo expone su cualidad fundamental al tocarnos en capas primitivas. Nadie se muestra impasible ante la mujer lagarto de las ferias, o ríes o lloras. La irreverencia de los hermanos Farelly es la prueba que lo monstruoso, si no inquieta, divierte. En la película dirigida por ellos, Pegado a ti (Stock on You, 2004), la culposa hilaridad surge de lo complicado que es sobrellevar la vida de unos hermanos siameses, donde uno sufre miedo a las multitudes y el otro sueña con ser un reconocido actor. Un cuerpo con dos pulsiones, ¡una locura! Cada cabeza con propios deseos que deben adecuarse a la idea que se está en una anatomía compartida. El tema no es menor. «Cuando nace un monstruo de dos cuerpos, o de dos cabezas, ¿hay que darle un bautismo o dos?», se pregunta Foucault. Y podríamos continuar, definir quien es quién —o donde termina uno y empieza otro— es complejo; si uno mata, ¿a quién se juzga?, finalmente la pena corporal afectará a ambos, tal como la trama de la oscura película Chained for Life, de 1951, donde unas siamesas de la vida real protagonizan un caso en el que una mata al amante de la otra y el juez decide llevarla a la cárcel, arrastrando a su inocente hermana. En el tema sexual, ¿sobre cuál de los gemelos vinculados recae el encuentro íntimo? ¿Quién se adjudica el orgasmo? La jurisprudencia es clara, los siameses poseen el estatuto de ciudadanos, cada uno independiente, es decir, en unas elecciones cada parte podrá emitir su propio voto. Pero lo legal solo da orden a la parte social, esto es, lo legal puede serlo y aún así no resolver algo en la esfera sexual o afectiva.
Las siamesas Abby y Brittany Hensel, famosas por aparecer hace años en varios programas televisivos, regresaron nuevamente a la fama al filtrarse la información que la primera contrajo matrimonio en 2021. Las imágenes son elocuentes. En el baile de novios, Josh Bowling, el marido, abraza y besa tiernamente a la novia mientras Brittany, la hermana vinculada, observa sonriendo a muy pocos centímetros. Dos cabezas en un cuerpo y en un mismo vestido blanco, aunque no regidas bajo un mismo deseo. Las siamesas comparten todo a partir de los intestinos hacia abajo, hacia arriba, cada una tiene su corazón y la columna se bifurca. La boda muestra un trío de dos, una situación que trastoca la ley natural y plantea preguntas sobre el cuerpo y el ser.
El otrora monstruo, hoy anormal, sigue estando en un punto medio sin espacio dónde ubicarse. Las políticas inclusivas hacen lo propio, sin embargo entre más anormal —es decir, más alejado de la curva de Gauss— más difícil es su inclusión. Personas con debilidad visual o auditiva poco a poco van encontrando su espacio en la trama social, ¿pero desde dónde pensar la diferencia cuando esta es extraordinaria? Todo un tema.
Por: Alejandro Ahumada