La Ciudad de México declaró oficialmente al danzón como Patrimonio Cultural Inmaterial, en una ceremonia realizada durante el “Gran Baile de Danzón” organizado por el Gobierno capitalino y la Secretaría de Cultura en la plancha del Zócalo, donde miles de personas se reunieron para celebrar esta expresión artística con más de un siglo de historia.
El acto protocolario contó con la presencia de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina; la secretaria de Cultura, Ana Francis Mor; el embajador de Cuba, Marcos Rodríguez Costa; y la reconocida cantante cubana Omara Portuondo, nombrada Madrina de Honor de la Declaratoria. También asistieron representantes de salones emblemáticos como Miguel Nieto, del Salón Los Ángeles, y Simón Jara, del Salón Colonia, además de 200 músicos pertenecientes a 25 danzoneras.
Durante su intervención, Brugada destacó que el danzón es una práctica de civismo, respeto y convivencia comunitaria, y subrayó que la declaratoria permitirá fortalecer su presencia en espacios públicos, escuelas y salones tradicionales. Por su parte, la secretaria de Cultura explicó que el reconocimiento se logró a partir de un expediente técnico elaborado con la comunidad danzonera, que documenta los valores culturales, sociales e identitarios de esta tradición.
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Como parte de la celebración, el Zócalo se convirtió en una gran pista de baile donde participaron agrupaciones como la Orquesta Failde de Cuba, Acerina y su Danzonera, y la Danzonera La Playa, de Veracruz. Miles de parejas bailaron al ritmo del característico cinquillo, reafirmando la vigencia y arraigo comunitario del género.
El Gobierno capitalino reconoció además a portadores de la tradición como María Guadalupe Cruz Gómez y Carlos Eduardo Vargas Medina, y anunció acciones de salvaguarda, entre ellas apoyo a danzoneras, talleres en PILARES y Casas de Cultura, así como programas en escuelas públicas para acercar el danzón a las nuevas generaciones.
Con esta declaratoria, el danzón se consolida como un símbolo de identidad compartida entre México y Cuba, y como un patrimonio vivo que continúa resonando en plazas, barrios y comunidades de la ciudad.





