Cada 15 de septiembre, México se llena de luces, colores y música para celebrar nuestra Independencia. Durante años, esta tradición ha incluido los clásicos fuegos artificiales, cuyo espectáculo visual y sonoro siempre ha emocionado a grandes y pequeños. Sin embargo, en mi experiencia reciente, observé un cambio en algunas entidades que utilizaron drones con luces en lugar de la tradicional pirotecnia. Esta innovación no solo me llamó la atención por su creatividad, sino también por su impacto positivo en el medio ambiente.
La pirotecnia, aunque hermosa, genera diversos problemas ambientales. Por un lado, produce emisiones de gases contaminantes y partículas finas que se mezclan con el aire, afectando la calidad del aire y la salud de las personas, especialmente de quienes sufren enfermedades respiratorias, por otro lado los restos de los fuegos artificiales terminan en calles, plazas y cuerpos de agua, aumentando la contaminación del suelo, del agua y además, el ruido intenso, alterando comportamientos en animales, provocando estrés en domésticos y silvestres.
El uso de drones como alternativa tecnológica representa un avance significativo, estos dispositivos pueden programarse para realizar espectáculos de luces coordinados, creando figuras y efectos que antes solo eran posibles con explosiones químicas. A diferencia de los fuegos artificiales, los drones no generan humo ni partículas contaminantes, ni dejan residuos que ensucian el entorno. En otras palabras, permiten que la tradición se mantenga viva sin sacrificar la salud del medio ambiente.
Desde mi perspectiva, esta combinación de tecnología y conciencia ambiental es un ejemplo de cómo la innovación puede ser una herramienta poderosa para proteger nuestro planeta. Los drones no solo reducen la contaminación, sino que también abren nuevas posibilidades creativas, se pueden diseñar coreografías de luces personalizadas, sincronizadas con música o narrativas que enriquezcan la experiencia de quienes observan. Incluso, esta práctica podría inspirar a otros eventos masivos a repensar sus métodos tradicionales y optar por alternativas más sostenibles.
Además, esta experiencia me hizo reflexionar sobre el papel de la tecnología en la educación ambiental, cada vez que vemos una solución innovadora, nos damos cuenta de que podemos cambiar hábitos y tradiciones sin renunciar a lo que nos hace felices. Ver un espectáculo de drones en lugar de fuegos artificiales me hizo reflexionar que la celebración seguía siendo emocionante, pero mucho más respetuosa con nuestro entorno, demostrando que la tecnología no solo resuelve problemas prácticos, sino que también nos ayuda a tomar conciencia sobre cómo nuestras acciones afectan al medio ambiente.
Como sociedad, debemos seguir explorando este tipo de soluciones, adoptando herramientas que nos permitan convivir con la naturaleza de manera responsable. Después de todo, celebrar nuestro pasado no debe significar dañar nuestro futuro.
Columna por: Erick Canul











