A cinco años de la implementación del etiquetado frontal de alimentos en México, la organización El Poder del Consumidor denunció este miércoles que a pesar de los resultados positivos de esta política, diferentes industrias utilizan huecos en la regulación vigente para ocultar información a los consumidores.
Mientras que la colocación o posición de los octágonos de advertencia en áreas laterales o posteriores de empaques y envases, provocan que los consumidores “no puedan identificar de manera directa y clara las advertencias que buscan proteger su salud”.
“Reconocemos que México tiene un etiquetado sólido que ha tenido buenos resultados, sin embargo, diversas industrias ejercen malas prácticas al ocultar los sellos de advertencia o las leyendas precautorias”, explicó en conferencia Ana Larrañaga, investigadora en el área de salud alimentaria de la ONG.
Y aunque, dijo, presentaron “evidencia concreta” de cómo mejorarlo ante las autoridades, estas no hicieron caso y no permitieron las discusiones grupales sobre el tema por lo que, consideró: “necesitamos un proceso de mejora regulatoria transparente y abierto a las discusiones basadas en evidencia para realmente fortalecer el etiquetado”.
Sobre la aceptación del etiquetado, citaron que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2021 reveló que el 74% de las personas lo considera una buena medida de salud.
Además, hubo una reducción de 63.1% en la advertencia por exceso de sodio en pan y cereales, disminuyeron 26.3% la advertencia por exceso de grasas saturadas de los ‘snacks’.
En tanto, adultos sin enfermedades crónicas, entre el 78-80% dijeron considerar el etiquetado al momento de comprar un producto, y el 80% de padres y 40% de adolescentes han cambiado sus compras gracias a los sellos, además de que 75% considera que ahora adquiere productos más saludables.
La ONG explicó que el etiquetado frontal de advertencia, adoptado en 2020, “ha demostrado efectos significativos en la modificación de la conducta alimentaria de la población mexicana”, así como en la reducción del consumo de nutrientes críticos como azúcares, grasas saturadas, grasas trans y sodio, y el contenido de productos procesados y ultraprocesados.
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