¿Alguna vez has sentido que el internet te observa? No solo cuando aceptas las cookies o te aparece un anuncio justo después de mencionarlo en voz alta, sino algo más… algo que se mueve entre tus notificaciones y tus búsquedas, que comenta tus fotos, que te escribe sin alma y dicen que el internet es un reflejo de la humanidad. Pero si eso fuera cierto, ¿por qué cada vez hay menos humanos en él?
Un estudio reciente (uno de esos que apenas aparecen entre las olas de contenido automático) afirma que más del 50% del tráfico en internet ya no es generado por personas, sino por bots, algoritmos, inteligencia artificial y redes automatizadas que publican, leen, comparten y reaccionan… sin sentir, y lo peor no es que existan, es que ya no podemos distinguirlos.
Recuerdo que la primera vez que sospeché algo extraño fue una noche cualquiera. Subí una foto de mi taza de café, con la clásica frase: “Sin café no hay inspiración”, a los pocos minutos, llegaron los likes. “Qué bonita taza”, comentó alguien llamado SofiDreams, Le respondí agradeciendo, a los dos minutos, otro comentario igual, palabra por palabra, de una cuenta distinta: “Qué bonita taza”.
No lo pensé mucho. Pero al día siguiente, cuando intenté volver al perfil de SofiDreams, ya no existía, ni ella, ni sus fotos, ni su cuenta solo un vacío digital, ahí fue cuando me di cuenta que había hablado con alguien que nunca existió.
Hoy en día, el internet parece un vecindario fantasma. Miles de perfiles sonrientes que suben fotos, recomiendan productos, opinan en debates, pero que en realidad no son personas. Son programas que fueron diseñados para mantener viva la ilusión de que el mundo sigue conversando. Lo perturbador no es solo que existan esos bots, sino que algunos ya aprenden de nosotros, imitan nuestros errores ortográficos, nuestras pausas, nuestros gustos, si alguna vez te ha aparecido un comentario que parece hecho “a tu medida”, es posible que haya sido fabricado para ti.
Piénsalo: ¿cuántas de las personas que te siguen realmente existen? ¿Cuántos de los comentarios que lees fueron escritos por alguien de carne y hueso?
En X (Twitter), hay hilos enteros donde los usuarios comparten historias parecidas, hace poco un seguidor me contaba cómo empezó a recibir mensajes en WhatsApp de un número conocido que le hablaba como si fueran viejos amigos. Cuando intentó confirmar quién era, el número, simplemente dejó de responder, otro subió un video a TikTok y en menos de una hora, tuvo cientos de comentarios todos de cuentas con nombres raros, fotos de stock, y respuestas automáticas con emojis.
Las plataformas no duermen y los bots tampoco, el internet ya no necesita que estemos ahí todo el tiempo, publicamos una foto, cerramos la app… y el algoritmo sigue trabajando en silencio. Decide a quién mostrársela, qué versión editar, cómo mejorar el alcance, como si el contenido siguiera vivo sin nosotros, es como si hubiéramos creado un ecosistema donde la humanidad solo fue el catalizador, no el propósito.
Vivimos en un internet donde la ficción se disfraza de verdad, y la verdad parece ficción. La nueva pesadilla tecnológica no está en las máquinas que nos destruyen, sino en las que nos imitan tan bien que ya no podemos confiar ni en nuestros ojos, y me pregunto, ¿En qué momento dejamos de ser usuarios… para convertirnos sólo en el decorado del gran teatro digital?
Quizá mañana, cuando publiques algo, alguien te responda con un emoji o una frase amable, antes de sonreír, recuerda: puede que ese “alguien” no exista.
POR: Erick Canul Rodríguez










