El Día Internacional del Lince se celebra el 11 de junio desde 2015, fecha establecida por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía para visibilizar el peligro de extinción del lince ibérico, una especie icónica de la península ibérica.
Este día busca sensibilizar a la población sobre las amenazas que enfrenta el lince, como la pérdida de hábitat y la disminución de su presa principal, el conejo de monte.
El lince, particularmente el lince ibérico, es un felino de tamaño mediano, con un peso de 9 a 13 kg y una longitud de 85 a 110 cm. Su pelaje moteado, orejas con pinceles y barba distintiva lo hacen inconfundible, ideal para camuflarse en bosques y matorrales.
Es un cazador solitario, ágil y sigiloso, especializado en conejos, que componen el 90% de su dieta. Su visión y oído agudos lo convierten en un depredador eficiente, aunque su población se ve amenazada por la escasez de presas. En México, especies como el lince rojo (bobcat) comparten algunas de estas características, adaptándose a diversos ecosistemas.
El lince ibérico, protagonista del Día Internacional del Lince, es originario de la península ibérica, habitando principalmente en España y Portugal. Históricamente, se encontraba en regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, pero la urbanización y la agricultura redujeron su hábitat a áreas protegidas.
En México, el lince rojo, una especie diferente, es nativo y habita desde Sonora hasta Oaxaca, adaptándose a desiertos y bosques. Aunque no es el foco de esta fecha, su presencia resalta la importancia de proteger los felinos locales.
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