Si hay algo que caracteriza a la especie humana, y no a la mayoría de otras especies animales, es el altruismo. Este puede definirse -en términos generales- como la capacidad para actuar en función del bien de los demás y no únicamente pensando en nosotros mismos, egoístamente.
Esta actitud enfocada a la cooperación es lo que ha llevado a que nuestra especie se distinga de las demás y haya evolucionado hacia formas más complejas de organización de las que han surgido la cultura, la ciencia y la tecnología y, en términos generales, sociedades más pacíficas y relativamente menos violentas.
Sin embargo, investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania en Estados Unidos, acaban de publicar un trabajo de investigación en la prestigiosa revista Molecular Ecology con el que demuestran que un tipo de abejas llamadas melíferas (conocidas también como abejas europeas o domésticas), presentan rasgos de altruismo en su comportamiento. También han determinado que genéticamente este comportamiento lo heredan directamente de sus madres y no por la línea paterna.
Para llegar a esta conclusión, los científicos se dedicaron a analizar las características genéticas que se encuentra detrás del comportamiento denominado de séquito en las abejas obreras, que suelen ser hembras.
El comportamiento de séquito se produce cuando las abejas obreras -y luego de exponerse a las feromonas de la abeja reina- se dedican a difundir dicha feromona a las demás abejas. Posteriormente -y quizá esto sea lo más asombroso de todo- desactivan sus ovarios con la finalidad de dedicarse a atender a la abeja reina y a los huevos que produce. En otras palabras, se obligan a volverse estériles con el objetivo de beneficiar a la abeja reina para que ésta pueda tener descendencia.
Las feromonas no son más que químicos que la mayoría de los insectos y otros animales utilizan para comunicarse y tienen como propósito buscar la atracción de posibles parejas, avisar sobre la presencia de depredadores y, en algunos otros casos, también encontrar comida.
Ahora bien, y para sorpresa de los científicos, los genes que vuelven a las abejas más receptivas a las feromonas de la reina se transmiten de la madre -la abeja reina- o el padre. Pero, curiosamente, solamente se genera el comportamiento de séquito cuando estos genes son transmitidos por la madre. De hecho, para las abejas melíferas es la reina la que suele ser la madre de la mayoría de las abejas que viven en una colmena.
Otro aspecto relevante de la investigación es que, además de dar luz sobre el comportamiento de altruismo de las abejas, también ha permitido saber cuáles genes son heredados de qué padre o madre, es decir, a partir de ahora los científicos podrán conocer con precisión de qué padre una abeja hereda ciertos genes y cómo puede influir en la manera en la que estos se expresan, lo cual ha sido muy difícil de estudiar en la mayoría de los insectos.
Al respecto, y como lo mencionó en un comunicado uno de los autores del trabajo, Sean Bresnahan, “la gente suele pensar que los diferentes fenotipos son el resultado de diferencias en las secuencias genéticas o del medio ambiente”, sin embargo, desde su punto de vista, “lo que este estudio muestra es que no se trata solo de diferencias en el gen en sí, sino de padre se hereda el gen”.
En otras palabras, el comportamiento de una abeja no será el mismo si ese gen proviene de la madre o del padre en términos de este comportamiento altruista.
Hay que mencionar también que otros trabajos de investigación ya habían demostrado que los genes de los machos pueden respaldar comportamientos egoístas en mamíferos, plantas y abejas; no obstante, este nuevo estudio es el primero en su tipo en lograr poner en evidencia el hecho de que los genes de las hembras pueden transmitir un comportamiento altruista a su descendencia.
Por otro lado, gracias dicho trabajo, los científicos ahora pueden saber que si los genes de la abeja reina (de la madre) apoyan el comportamiento altruista de su descendencia, provocará que este tipo de genes se transmitan de generación en generación porque las abejas obreras apoyan la reproducción de la abeja reina.
Para llegar a todas estas conclusiones, los investigadores lograron cruzar seis linajes diferentes de abejas melíferas, algo que es relativamente fácil en mamíferos o planetas, pero que es mucho más difícil de lograr con insectos.
Una vez que se cruzaron las poblaciones de abejas, y de que la descendencia tuvo la edad suficiente, los investigadores se dedicaron a evaluar la capacidad de respuesta de las abejas obreras a la feromona que es la causante de desencadenar el comportamiento del séquito y lo que hace que las abejas desactiven sus ovarios en respuesta a la producción de feromonas.
Aunque evidentemente este estudio se enfocó únicamente en el comportamiento de las abejas, sería interesante saber también si en los seres humanos existe algún componente genético que nos haga proclives al altruismo o si, por el contrario, este último es producto de la presión ambiental que nos hizo ser altruistas y cooperativos cuando aquellos primeros humanos, hace miles de años, tenían que aprender a cazar en equipo, cooperando, con la finalidad de poder sobrevivir.
TE PUEDE INTERESAR: Joven expone al conductor Roger González por «maltrato laboral»
FOH