Los recientes hallazgos en la zona arqueológica de Dzibilchaltún confirmaron el desarrollo que alcanzó esta ciudad precolombina durante el reinado del kalomtéUk’uilKaanChac, así como su nombre original: Ichkaantijoo. Las nuevas evidencias también demuestran que, hace 13 siglos, la escritura jeroglífica maya era de uso común en el norte de Yucatán, al mismo nivel que en las grandes ciudades del sur del área maya.
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Ángel Góngora Salas, destacó la relevancia de estos descubrimientos, que fortalecen la comprensión del sitio durante los siglos VIII y IX de nuestra era. En el marco del Noveno Simposio de Cultura Maya Ichkaantijoo, del cual es coordinador, el especialista presentó avances derivados del estudio de vasijas localizadas en excavaciones recientes.
En su ponencia “La vajilla Abalá rojo en el norte de Ichkaantijoo”, el arqueólogo explicó que gran parte de la cerámica recuperada está acompañada de escritura jeroglífica maya. Entre los hallazgos más significativos se encuentran fragmentos de vasijas con textos en el borde, extraídos del complejo habitacional conocido como La Ceiba.
Uno de los descubrimientos más relevantes se registró en un antiguo basurero prehispánico ubicado al norte de la plaza sur del sitio, donde se recuperó una vasija completa con información íntegra: el nombre del sitio, el nombre del propietario del objeto y una referencia directa al gobernante de Ichkaantijoo, el kalomtéUk’uilKaanChac, considerado el principal líder de la ciudad y fundador de la dinastía de los Kaan en esta región.
Sobre la cronología del personaje, Góngora Salas detalló que su reinado se extendió aproximadamente desde el año 770 d.C. hasta antes del 830 d.C. “Como kalomté, fue responsable de la construcción de edificios principales y de la máxima expansión del lugar. Después de él, se identifican otros dos gobernantes: PitdzilChac y un sucesor cuyo nombre se desconoce”, señaló.
Detalló que hasta ahora, el nombre y cargo de Uk’uilKaanChac han sido identificados en cuatro objetos: dos estelas del sitio, un ornamento de hueso recuperado en la estructura 42 de la Plaza Central y la vasija completa recientemente hallada.
Estos hallazgos, subrayó el especialista, confirman que la escritura jeroglífica maya tuvo una presencia más amplia en el norte de Yucatán de lo que se creía. Aunque la evidencia inscrita en esta región es limitada en comparación con el sur, las excavaciones actuales están revelando nuevas piezas con textos, muchas de ellas fragmentadas y procedentes de depósitos de desechos.
“Cuando se excavan áreas prehispánicas nos topamos con diferentes contextos, como basureros mayas, donde suelen encontrarse fragmentos de cerámica con información valiosa”, concluyó el investigador del Centro INAH-Yucatán.
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