Desde la emblemática colonia Atasta de Serra en Villahermosa, emergió un hombre cuya vida fue un canto a la palabra, una entrega profunda al arte y un compromiso inquebrantable con la cultura de Tabasco. Este 31 de julio, Ramón Bolívar Martínez Zapata, poeta, editor y promotor cultural tabasqueño, falleció en Basilea, Suiza, a los 72 años, dejando tras de sí un legado que trasciende fronteras y generaciones.
Su historia es también la historia de muchas juventudes formadas en la sensibilidad y la disciplina. Bolívar Martínez estudió Arquitectura en la UNAM, pero eligió regresar a su raíz para poner al servicio de su estado lo más valioso que tenía: su visión crítica, su pasión por las letras y su fe en las nuevas generaciones.
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Durante décadas, fue figura clave en instituciones como el Instituto de Cultura de Tabasco, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, y el proyecto de Bibliotecas Móviles del DIF estatal, donde llevó libros y lecturas hasta los rincones más apartados. No solo escribía: sembraba lectores, impulsaba escritoras, abría caminos.
Trabajó codo a codo con el poeta Carlos Pellicer en el Museo de La Venta entre 1972 y 1977, etapa que marcó el inicio de una trayectoria sólida en la promoción del patrimonio tabasqueño. Coordinó publicaciones, editó revistas, formó colectivos literarios y fue una referencia viva en la comunidad cultural del sureste.
En el terreno creativo, su voz poética era reconocible por su tono íntimo, reflexivo y profundamente humano. Obras como Punto por punto, Al este de tus hombros, Ante el espejo de tus ojos o Rumor como de labios son testimonio de una sensibilidad finamente tallada, que supo nombrar el amor, la soledad, la identidad y la memoria con una sencillez conmovedora.
Desde su exilio voluntario en Suiza, nunca se desconectó de su tierra. Su corazón seguía latiendo por Tabasco, por su gente, por esa Atasta que lo vio crecer entre libros y sueños. Se mantuvo activo, escribiendo y acompañando a la distancia procesos creativos en su estado.
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Hoy, Tabasco pierde a uno de sus más férreos defensores de la palabra. Pero no se despide en silencio: lo honra con lecturas, con libros abiertos, con jóvenes que escriben gracias a lo que él sembró.
Ramón Bolívar Martínez no ha muerto. Vive en cada verso suyo que se pronuncia. En cada lector que se atreve a pensar y sentir. En cada autora tabasqueña que alza su voz, recordando que hubo un tiempo en que alguien creyó en ella antes que nadie.
Desde el corazón de Tabasco y a nombre de quienes creemos en el poder transformador de la cultura, elevamos nuestra voz para decir: Gracias, Ramón. Gracias por tu legado.
Por: Grace Bravata (WCLS)











