Cuando creíamos que el futuro estaba predestinado, llegó algo más: una inteligencia capaz de reescribirlo en tiempo real, sin pedir permiso, Lo que es seguro es que el futuro ya no es solo asistido: es autónomo. Y en eventos como Cisco Live, eso ya no se dice como predicción, sino como presente.
En la última edición de Cisco Live, más de 2,000 personas de distintas partes del mundo se reunieron con la intención de mirar al futuro, y aunque se hablaron de muchas tendencias tecnológicas, hubo una idea que no dejaba de repetirse: la llegada de la IA Agéntica.
Si hasta ahora nos habíamos acostumbrado a interactuar con asistentes virtuales que nos responden cuando les pedimos algo como Siri, Alexa o ChatGPT, lo que se viene va un paso (o varios) más allá. La IA agéntica no solo contesta, actúa por sí sola, toma decisiones, planea, ejecuta, se adelanta.
Imaginemos lo siguiente: tienes una pequeña tienda en línea y de repente el sistema detecta que el inventario de uno de tus productos está bajando. En lugar de esperar a que tú lo notes y decidas hacer algo, esta nueva inteligencia ya habrá enviado una orden de reposición al proveedor, ajustando los precios según la demanda y actualizando la campaña de publicidad en redes, todo sin que tú lo pidas.
Durante la conferencia, Cisco Systems anunció una solución empresarial basada en esta tecnología. No se trata solo de eficiencia, sino de autonomía, ya no se habla de herramientas que esperan órdenes, sino de agentes inteligentes que trabajan como colaboradores proactivos.
La diferencia clave entre la IA generativa y la IA agéntica está en el nivel de iniciativa, la primera se parece a un excelente secretario, redacta, resume, responde, pero siempre espera tus instrucciones. La agéntica, en cambio, se parece a un socio estratégico observa el contexto, detecta necesidades, traza un plan y actúa. Por eso muchos la comparan con un empleado capaz de tomar decisiones con información en tiempo real.
Pero esta autonomía también nos invita a una gran reflexión: ¿estamos listos para ceder ese tipo de control? ¿Estamos preparados para convivir con sistemas que no solo nos ayudan, sino que piensen por sí mismos (dentro de ciertos límites) y decidan qué hacer por nosotros? ¿Será un problema? No lo sé, a mí, que me gusta tener el control, quizás sí. Pero bueno… esperemos a ver qué sucede.
La clave no será detener el avance, sino diseñar límites claros, éticos y transparentes. A medida que estas tecnologías se implementan en empresas, hospitales, bancos o incluso gobiernos, debemos tener conversaciones urgentes sobre la supervisión, la privacidad y la rendición de cuentas. Porque una IA que toma decisiones también puede equivocarse, y no podemos perder de vista quién será responsable en cada caso.
POR: Erick Canul Rodríguez










