Es una dictadura silenciosa que no da golpes de Estado, no aparece en las urnas ni grita en mítines. Pero sabe perfectamente que ayer estuviste viendo videos de cómo cambiar una llanta, buscando vuelos baratos a Egipto y, por alguna razón, un comentarista de la nueva película «misión imposible».
No tiene nombre humano ni rostro para quemar pancartas. No necesita represión, porque tú mismo le das tus datos con una sonrisa y un “Acepto términos y condiciones” que jamás leíste. No impone un uniforme, pero todos usamos el mismo lenguaje: hashtags, emojis y “te etiqueto en este meme porque eres tú”.
Su método de control no es el miedo, es la personalización.
Te ofrece justo lo que “quieres”, lo que te hace reír, lo que te ofende, pero te mantiene enganchado, y no, no estoy hablando de tu ex tóxico que quiere volver contigo después de seis meses de silencio y dos sesiones de terapia. Estoy hablando del algoritmo.
El algoritmo no vuelve con flores, vuelve con descuentos, con reels de perritos, con noticias que te indignan lo justo para compartirlas, pero no tanto como para apagar el teléfono, te observa, te mide, como un stalker que además de obsesionado, tiene un posgrado en estadística.
Como advierte Yuval Noah Harari:“Una vez que tienes suficiente información sobre alguien, puedes predecir su comportamiento, manipular sus emociones, e incluso controlar sus decisiones.”(21 lecciones para el siglo XXI)
Cada app tiene su propia forma de operar:
- En YouTube, el algoritmo decide qué video vas a ver después, en función de tu historial, lo que viste más de una vez y lo que no terminaste pero te enganchó igual.
- En TikTok, cada scroll es como un voto silencioso: Te gustó, te atrapó, te tocó, y el algoritmo toma nota.
- En Instagram, sabe a quién stalkeas aunque no le des like, sí, lo sabe.
Como explicó Guillaume Chaslot, ex ingeniero de Google: “El algoritmo no busca lo mejor para ti. Busca lo que maximice tu tiempo en pantalla, lo que más te atrape, aunque te haga daño.”
Estos sistemas no aprenden solos. Son algoritmos con inteligencia artificial que analizan miles de millones de interacciones al día, se alimentan de tus gestos, clics, pausas, velocidad de escritura, ubicación, hora del día, humor y hasta batería restante, y ahí vas tú, creyendo en señales del universo… cuando en realidad era un segmento de audiencia con alta tasa de conversión.
Por: Erick Canul Rodríguez











