La discusión sobre qué es y qué no es arte puede ser interminable, y cuando le sumamos las nuevas corrientes como el arte digital o el arte conceptual, el debate se vuelve aún más complejo, más polémico. Pero tal vez ese sea justamente el reflejo de un momento de transición, el arte no es estático.
¿Usar una tableta, una aplicación o Photoshop es una especie de trampa?, como si lo valioso del arte estuviera únicamente en el sufrimiento del proceso, en la dificultad de la técnica, en lo físico del lienzo y el pincel, estamos viviendo una evolución enorme en las herramientas digitales que usamos para diseñar. Y con esa evolución, ha cambiado también la manera en que imaginamos, construimos y damos forma al mundo visual que nos rodea.
Pero el arte no se define por lo difícil que es hacerlo. El arte se define por lo que comunica, por lo que provoca, por lo que transforma.
Usar herramientas digitales no es hacer trampa. Es como usar transporte público o un coche para llegar a un destino. ¿Dirías que es una trampa no caminar? Claro que no. Lo importante es a dónde llegas, no cuán cansado llegas. Las herramientas son eso: medios para materializar una idea, para llegar con más claridad, eficiencia y libertad a lo que queremos expresar así qué cuando usamos herramientas digitales, no estamos haciendo trampa. Estamos eligiendo un medio que me permite concentrarnos en las decisiones que realmente dan forma a una obra: la composición, los colores, la atmósfera, el ritmo visual, la emoción que quiero transmitir.
¿Y Photoshop? Ahí es donde todo se junta. Donde puedo experimentar con texturas, matices, capas y luces, donde una visión que solo existía en mi mente comienza a tomar forma. No es una varita mágica, es un taller completo. Y como cualquier herramienta, su valor depende de cómo la uses.
Porque al final, la creatividad no está en las manos, está en la idea, en la capacidad de imaginar algo que aún no existe y darle vida, las herramientas no reemplazan la creatividad; la potencian, el arte digital es tan real como cualquier otra forma de expresión. Es arte porque comunica, porque impacta, porque nace de una mirada única, y eso es lo único que importa.
En medio de todo esto aparece el arte y el diseño generativo. Un terreno nuevo, casi salvaje, donde lo tradicional empieza a desdibujarse y lo digital deja de ser solo un medio para convertirse en un lenguaje en sí mismo. Un lenguaje con sus propias reglas, sus propios gestos, su propia poesía.
Y me pregunto si estamos preparados para entender que crear ya no es solo controlar, sino también dialogar con la máquina, dejarla ser parte del proceso. Tal vez el arte, como siempre, solo esté encontrando nuevas formas de decir lo mismo: que seguimos buscando sentido.










