Marzo, conmemorando el Día Mundial del Agua, nos invita a reflexionar profundamente sobre la importancia de este recurso vital. En Tabasco, tierra generosa y bañada por ríos, lagunas y lluvias, el agua pareciera abundante. Pero no por eso es infinito. Su cuidado y preservación exige más que discursos: requiere conciencia, acción y corresponsabilidad.
En los últimos años se han impulsado importantes proyectos hídricos que buscan mejorar el abasto, prevenir inundaciones y garantizar el acceso al agua potable. Pero aún queda mucho por hacer. La infraestructura es clave, sí, pero no puede avanzar sola si la ciudadanía no se involucra activamente. Necesitamos integrar la cultura del agua a nuestra vida cotidiana: cuidar cada gota, evitar el desperdicio, educar en casa, en la escuela y en nuestras comunidades.
Lo más importante es entender que el agua no es responsabilidad exclusiva de las autoridades. El agua es asunto de todos. Requiere una acción conjunta entre gobiernos, instituciones, sectores productivos, sociedad civil y cada ciudadano. Porque el derecho humano al agua solo se hará realidad si lo construimos en colectivo.
Desde el Gobierno Federal, la presidenta Claudia Sheinbaum ha colocado el tema del agua en el centro del debate público. Con el Plan Nacional Hídrico 2024–2030, se ha planteado una visión clara y justa: combatir el acaparamiento, invertir en infraestructura y asegurar el acceso equitativo a este recurso esencial. El agua ha dejado de verse como una mercancía, y ha sido reconocida —como debe ser— como un bien común pero sobre todo es un derecho humano.
Una de las acciones más emblemáticas de la presidenta, es la recuperación del lago de Texcoco, que se convertirá en uno de los parques urbanos más grandes del mundo. También destaca el saneamiento del río Atoyac en Tlaxcala, y los trabajos de recuperación de los ríos Lerma-Santiago y Tula. Estas iniciativas no solo regeneran ecosistemas, también renuevan la esperanza y nos muestran que sí es posible transformar nuestro entorno cuando hay voluntad política y social.
A nivel nacional, se ha promovido la firma del Acuerdo por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad en cada entidad federativa. La CONAGUA y diversas instituciones se han comprometido con concretas: reducción de contaminación, tratamiento y reúso de aguas residuales, tecnificación del campo, restauración de cuerpos de agua y campañas permanentes de concientización.
Pero lo que más me emociona y quiero compartirles con orgullo es una historia cercana, un ejemplo de corazón y compromiso que nace desde lo local: «Camoapa Vivo», una iniciativa de 13 delegados del municipio de Huimanguillo, Tabasco, que decidieron unirse para limpiar el río Camoapa. El objetivo: sanear más de 28 kilómetros del cauce y beneficiar directamente a más de 5,000 familias.
Este hermoso proyecto contempla tres líneas de acción muy claras:
Recolección de basura casa por casa.
Extracción de árboles muertos que obstruyen el flujo del río.
Desazolve de los puntos conocidos como «Tres Bocas».
Más que una limpieza, esta acción es un llamado a la conciencia colectiva, una lección de organización, amor a la tierra y compromiso comunitario. Es un recordatorio de que cuando la ciudadanía se une con un propósito, el cambio es posible.
Estas iniciativas no solo ayudan al medio ambiente, también fortalecen el tejido social, promueven valores y demuestran que el futuro se construye con pequeñas grandes acciones. Es fundamental que cuenten con el respaldo de las autoridades de los tres niveles de gobierno, pero también del entusiasmo y participación de la sociedad en general.
Desde aquí, mi reconocimiento y aplauso a los paisanos de Huimanguillo. ¡Claro que nos sumamos a este gran proyecto! Que su ejemplo inspire a más comunidades, dentro y fuera de Tabasco, a organizarse, alzar la voz y actuar por un bien común: el agua.
Que este marzo no pase de largo. Que el Día Mundial del Agua nos recuerde que cada gota cuenta, que nuestras decisiones diarias sí hacen la diferencia, y que el agua no es solo un recurso: es vida, es alma, es futuro.
Por: Graciela Bravata










