Hoy 14 de marzo se conmemora el Día Mundial del Sueño, una iniciativa promovida por la Sociedad Mundial del Sueño (WSS) para generar conciencia sobre la importancia del descanso y sus efectos en la salud física y mental. Este 2024, la efeméride se conmemora bajo el lema de “Hacer del sueño saludable una prioridad”, destacando que no solo se trata de dormir, sino de “hacerlo bien”.
El sueño es una necesidad biológica fundamental para el bienestar humano, con estudios científicos demostrando que un descanso adecuado mejora la memoria, fortalece el sistema inmunológico y reduce el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y depresión.
Sin embargo, millones de personas en el mundo padecen trastornos del sueño debido al estrés, el uso excesivo de dispositivos electrónicos y malos hábitos de descanso.
En México, el 18.8% de los adultos mayores de 20 años sufren insomnio, el trastorno del sueño más común, según revela un estudio liderado por Ulises Jiménez Correa, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM y autor principal del artículo “Irrational Use of Medications among Adults with Insomnia: An Observational Study at a Sleep Clinic in Mexico“, publicado en la revista Pharmacy.
El estudio analizó a 89 pacientes adultos con insomnio crónico que habían consumido medicamentos para este desorden durante los 12 meses previos a su ingreso a la Clínica del Sueño de la UNAM. Se recopiló información sobre patrones de uso de medicamentos, dosis, vía de administración y duración del tratamiento. Jiménez Correa explica que, aunque la mayoría recibió fármacos bajo receta médica, “para muchos el medicamento no era apropiado para tratar su enfermedad“, lo que subraya la necesidad de atención médica especializada.
El insomnio, junto con el ronquido y las apneas, afecta gravemente la calidad de vida, provocando síntomas de ansiedad y depresión.
Sin embargo, hasta el 85% de los pacientes con insomnio crónico no son identificados, ya que los trastornos del sueño suelen estar relacionados con otras condiciones psicológicas o físicas. Esto lleva a que muchos casos no se traten o se atiendan de forma inadecuada, agravando el problema.
Jiménez Correa destacó que los principales factores que dificultan dormir son el exceso de iluminación artificial (especialmente de televisores, computadoras y celulares), que inhibe la producción de melatonina, hormona esencial para conciliar el sueño. Otros factores incluyen la vida sedentaria y una mala alimentación, que también incrementan problemas como obesidad, diabetes e hipertensión.
Durante la pandemia, se registró un aumento del síndrome de fase atrasada de sueño, debido a la falta de horarios fijos para levantarse. No obstante, esta situación se corrigió al retomar las actividades normales.
“Hay gente que trata de dormir fumando marihuana, tomando alcohol o usando productos con cannabidiol. Esto complica los problemas de sueño.”
En su lugar, recomendó ‘buenos hábitos‘ como levantarse temprano, hacer ejercicio por la mañana y cenar ligero, sin grasas ni condimentos.
En caso de presentar alteraciones del sueño dos a cuatro veces por semana, Jiménez Correa sugiere buscar ayuda en lugares especializados como la Clínica del Sueño de la UNAM, que atiende a pacientes desde bebés hasta adultos mayores.
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