Este 8 de marzo no fue un día de celebración, sino de memoria, de lucha y de compromiso. Es el día en que recordamos a las mujeres que nos antecedieron, aquellas que con valentía desafiaron sistemas opresivos, que alzaron la voz cuando el silencio era la norma, que se negaron a aceptar la injusticia como destino.
En México, evocamos a Hermila Galindo, quien luchó por los derechos políticos de las mujeres en la Revolución. Recordamos a Sor Juana, que desafió las barreras del conocimiento impuesto solo para los hombres. Nos duele la historia de muchas que han sido silenciadas por la violencia, pero también nos inspira la fuerza de aquellas que siguen en pie, exigiendo justicia y equidad.
En Tabasco, mujeres que han abierto camino en la política cuando el espacio público parecía exclusivo de los hombres. También recordamos a las obreras del campo y de la ciudad, a las madres que sostienen hogares enteros con su esfuerzo, a las jóvenes que hoy exigen un futuro libre de violencia.
No podemos darnos el lujo de ignorar la realidad: la brecha de género sigue presente, la violencia persiste, la desigualdad lastima. Pero también sabemos que el cambio es posible si asumimos nuestra responsabilidad.
Hoy, como mujer y como diputada, hago un llamado a la conciencia colectiva. La lucha por los derechos de las mujeres no es solo de ellas, es de toda la sociedad. Cada acción cuenta: desde la educación en casa hasta las leyes que impulsamos en el Congreso.
Que este 8 de marzo no pase como un simple día en el calendario. Que nos sacuda, nos incomode y nos motive a seguir transformando la historia. Porque la justicia de género no es un favor ni una concesión: es un derecho irrenunciable.
Por: Orquídea López Yzquierdo, diputada local del PRD










