Seguramente han escuchado de forma reiterada la frase “No llego sola, llegamos todas”, el 1 de octubre de 2024, después de 200 años, por primera vez una mujer se convirtió en presidenta de la República y este 8 de marzo, México conmemora el Día Internacional de la Mujer en un contexto inédito: la inminente llegada de una mujer al Poder Ejecutivo Federal. Por primera vez en la historia del país, la contienda presidencial se perfiló con mujeres como principales candidatas, un hito que refleja décadas de lucha por la igualdad de género y el acceso de las mujeres en espacios de toma de decisiones.
El Día internacional de la mujer se rememora en todo el mundo como un símbolo de conciencia, de lucha, de voluntad, pero también de reconocimiento a la desigualdad y discriminación histórica de las mujeres. Es una de las formas de visibilizar la importancia del empoderamiento de las mujeres en todos los entornos, de proteger sus derechos y continuar con el embate que aún en nuestros días implica que éstas puedan alcanzar todo su potencial. En México, esta fecha se vive con movilizaciones, exigencias de justicia y llamados al reconocimiento efectivo de los derechos de las mujeres.
El 8 de marzo no es un día de celebración, es una conmemoración de la lucha de millones de mujeres que han exigido a lo largo de la historia derechos básicos que desde tiempos memorables habían sido exclusivos de los hombres, como la voz pública, el derecho a votar y ser votadas, la equidad laboral, el acceso a la educación y a una vida libre de violencia, por mencionar algunos.
La posibilidad de que una mujer llegara a la presidencia de México, hace no más de dos sexenios era impensable, este hecho marca un antes y un después en esta lucha social y política, demostrando que los cambios por los que tantas mujeres han peleado durante décadas están dando frutos. Es un día para recordar los obstáculos superados y los derechos conquistados, pero también para seguir exigiendo justicia y equidad en todos los ámbitos.
Este 8 de marzo no es un día de felicitaciones, ni de regalos, ni de flores, sino de memoria y exigencia. Mientras la sociedad avanza en reconocer el papel de las mujeres en todos los contextos, es crucial recordar que el objetivo final no es solo que una mujer gobierne, sino que todas las mujeres en México puedan vivir con igualdad, seguridad y dignidad.
Si bien los desafíos persisten, desde la violencia de género hasta la brecha salarial, es innegable que las mujeres han ganado espacios que antes parecían inalcanzables. Hoy, no solo participan en política, sino que lideran empresas, transforman la ciencia, el arte y la cultura, y son referentes en cada sector de la sociedad. La llegada de una mujer a la presidencia no significa que la lucha haya terminado, pero sí envía un poderoso mensaje: las mujeres están listas para gobernar y para tomar decisiones que beneficien a todo el país.
Este momento histórico es también una oportunidad para reflexionar sobre el futuro. La igualdad de género no se trata solo de equidad en el poder, sino de garantizar que todas las mujeres, sin importar su origen, edad, condición o preferencia, tengan acceso a oportunidades reales. La esperanza es que este cambio en la política nacional no solo rompa techos de cristal, sino que también impulse políticas públicas que beneficien a millones de mujeres que aún viven en condiciones de desigualdad.
Este 8 de marzo es un día de memoria, pero también de esperanza. Es la prueba de que la lucha ha valido la pena y que el camino hacia un México más justo e inclusivo es posible. Porque cuando una mujer avanza, avanzamos todas y todos.
POR: Tey Mollinedo










