De pequeño mi abuelita contaba esa historia repetidamente y nunca la pude olvidar, básicamente la metáfora era que las ideas cualquiera las puede tener, pero el verdadero valor estaba en la implementación. (Al final les cuento la historia) Las ideas nunca faltan sin embargo la mayoría de las ideas jamás llegan a implementarse por que la ejecución requiere esfuerzo, planificación y sobre todo acción.
La historia está llena de ejemplos de personas que no precisamente tuvieron las mejores ideas, simplemente llevaron a otro nivel las ideas ya existentes gracias a una implementación impecable.
Claro también existen los genios con sus ideas innovadoras y disruptivas, pero nunca vieron la luz por miedo, recursos, un equipo, disciplina o lo que fuera, y esa es la gran diferencia entre los soñadores y los hacedores.
La perfección también se convierte en un obstáculo para la ejecución ya que muchas veces abrazamos la frase “Si lo voy hacer, lo voy hacer bien” y entonces te paralizas esperando el momento adecuado que nunca llega. Ninguna idea desde el inicio es perfecta, es importante considerar que sobre la marcha siempre se podrá modificar y adecuar, pero si no arrancas nunca será más complejo.
Hace poco escuché la historia de un Joven que para sobre salir preparaba tortillas a mano y las vendía de casa en casa en bolsas de Polietileno, algunos clientes le encargaban además de la tortilla le encargaban bolsas de Polietileno, con el tiempo se convirtió en distribuidor de estas bolsas y otros productos de plástico. Hoy es dueño de una de las fabricas más importantes del Sureste Mexicano de este material y sus derivados.
El mercado no premia las ideas geniales, premia la capacidad de ejecutarlas, adaptarlas y mejorarlas con el tiempo. ¡Espera! No se me olvidó la historia va así…era una comunidad de ratones que al apagar las luces en una casa salían a comer los restos de comida y todo lo que encontraran, el dueño de la casa estaba fastidiado y tuvo la brillante idea de obtener un gato para ahuyentar a los ratones.
Los ratones ya no podían salir a comer por la noche por culpa del gato y decidieron tener una reunión de inteligencia para analizar la situación y después de un par de horas un ratón dijo: Coloquemos un cascabel al Gato de esa manera cuando el gato esté cerca escucharemos el sonido del cascabel.
Todos se alegraron y aplaudieron de felicidad por haber solucionado en teoría el problema. El ratón del fondo levantó la mano y preguntó ¿Quién le pone el cascabel al Gato?
Por: Pauser Almeida










